G. IGLESIAS, NATALIA
Una camiseta de la suerte y un abrazo interminable reavivan un sueño de intermitentes desconocidos quince años después por las calles de Madrid. Cumplidos o incumplidos, la magia –o maldición– de los deseos personales es que nunca dejan de ser tristemente propios.
En ciertas ocasiones, la vida nos arrebata su intensidad con tanta rapidez como nos la entregó. Se niega rotundamente y solo nos queda aceptarlo, por doloroso que sea, y continuar el camino. Pero esta situación es aún más cruel si la negación se desvanece en el aire antes de llegarnos y a lo que nos enfrentamos es al más absoluto silencio.
¿Cómo gestionar la ola de sentimientos que te golpea y te remueve todo lo que no tuvieras eficazmente apuntalado en cada rincón de tu ser?
